Y el embrujo cayó, y permaneció para siempre, en sus calles tortuosas y laberínticas, en sus vistas descomunales, en su vida alejada de cualquier realidad. Y el embrujo cayó y mancilló a todos los que poseen la verdad absoluta, a todos los que creen sólo lo que pueden ver pues llegaron a un lugar dónde no encontraron la verdad, donde encontraron ensueño, donde no había más que magia, donde el duende sigue vivo, donde la ficción supera a la realidad como nunca nadie podrá describir, como nunca nadie podrá soñar.
Sus calles poseen el halo de otro tiempo, sus piedras besan nuestros pasos, o quizá sea al revés, mientras caminamos sin sentidos, saturados por lo magnífico, por lo maravilloso, por lo que escapa a la razón, por lo que está incluso por encima del Arte.
Sólo puede considerarse un insulto escribir o hablar del Albayzín, sólo puede ser una bajeza intentar describir lo que está más allá de la razón, de las palabras, de las imágenes. Porque el Albayzín lo es todo, el Albayzín es la grandeza del tiempo, de un tiempo detenido, esperando, agazapado, viendo cómo la vida transcurre con sus sombras y sus luces, con sus atardeceres, con sus noches de bohemia, con sus amaneceres melancólicos.
Un turista pasa sin escuchar una guitarra flamenca llorar, un guitarrista arranca lamentos mientras una estrella se posa en un barrio, una estrella viaja mientras la tierra da su amor al Albayzín.
Sus calles no son tales, son torturas al que desconoce lo onírico, al que desconoce el placer, al que no sabe ser guiado por un corazón poderoso, ciego de amor, mudo de éxtasis. Con nuestro callejero en la mano sólo podemos perdernos en el abismo, con nuestras entrañas palpitantes descubriremos el más allá, la vida que hay detrás del bullicio, de la cotidianidad, del hastío, cerca del embrujo, del éxtasis.
Un piedra tras otra guían nuestra alma por un mundo de Belleza que abarca cualquier rincón, incluso el más abandonado, los lugares en los que Dios no puso su mano sino el mismísimo Satanás, el Ángel Caído que fue a parar a un lugar dónde su belleza fuese contrarrestada y diese a luz un mundo distinto, mezcla de placer, de belleza y de lujuria. Porque el Albayzín es todo eso.
Confesémonos, en el Albayzín hemos soñado mundos, nuestro mundo, el mundo musulmán, el de la orgía y desenfreno, el de la cultura y la belleza, el de la lucha, de la rebelión, de la muerte, de lo sublime,... En el Albayzín hemos soñado que estamos vivos, que otros están vivos.
Quizá otro día sea el momento de contar la historia de este barrio, el más típico de Granada, quizá otro día sea el momento de hablar de conjuras, de hogueras, de muertos, de reyes, pero eso puede que sea otro día; esta vez es el momento de contar la vida, de compartir lo que pocos han compartido, de hacer un pacto con el diablo que con el tiempo ha caducado, que con el paso de los años se ha ido desvaneciendo pero que siempre estará presente, en lo más hondo de mis entrañas, en lo más profundo de mi existencia.
Porque no fue sino en el Albayzín donde empezó mi vida, no la biológica sino la única que da sentido, la que te hace sentir que estás y eres a pesar de que tu cerebro se regodea en devolverte imágenes que parecen irreales y tu corazón siente que todo es falso, que no estás allí, pero tu alma te empuja al abismo y te dice que sí, que todo es cierto, que todo es bello y magnífico. Sin embargo no todo tiene una cara amable porque no todo dura para siempre, y luego la vida pierde sentido, y luego uno pierde la sensibilidad de sus sentidos, y luego uno pierde volver a vivir el Albayzín con el ansia y la inocencia de antaño, y sólo quedan recuerdos que destrozan un día a día, que destruyen lo cotidiano tras haber vivido lo sobrenatural, tras haberse uno sentido tan vivo que ya sólo queda morir poco a poco, calle tras calle, piedra tras piedra, rastreando lo sublime.
Paul Bitternut
Datos personales
- venezia
- qué he de decir sobre mí...los que me conocéis ya sabéis lo que soy, los que no...por algo estáis aqui...
viernes, 23 de febrero de 2007
EL PASEO DE LOS TRISTES
La luna sueña en el regazo de una noche estrellada, sueña que se escapa de sí misma, sueña que abandona su cielo de suspiros y viaja hacia el aire azul; la luna tiende sus brazos abrazando su entorno, sus ojos, desde el Paseo del Padre Manjón, se dilatan admirando la Alhambra cuyos muros son suavemente acariciados por el breve rumor de luces bellamente bruñidas. Y allí, a sus pies, se encuentra el Hotel Reuma, tristemente abandonado, con su sencillez, con los ecos de risas y estornudos de los habituales de allí que tantas noches pasaron en compañía para atenuar la dulce humedad del río Darro, el cual pasea en el silencio su tenue rumor camino de su hermano mayor, el Genil.
La luna se sonroja y desvía la vista hacia la Carrera del Darro temerosa de haber sido descubierta al descifrar, en una de las esquinas, escondido, al Rey Chico rasgando el paisaje, al pie de la Cuesta de los Chinos, bajo bellos cármenes aún no mancillados.Y allí está, estrecha y empedrada, la Carrera del Darro o, como antes se conocía, Carrera de la Puerta de Guadix. Encamina sus pasos lentamente, nostálgica por el abandono de uno de los nombres más preciosos que hay, como se conoce el Paseo Padre Manjón, Paseo de los Tristes, donde se refugian los que no supimos llegar a ningún sitio.Avanza lentamente tras el sonido ya casi apagado de las chirimías y ministriles, del trotar de los caballos, del bullicio provocado por los toros, por las cañas y sortijas. Pronto se encuentra imbuida por las casas señoriales, por los conventos, como el de Zafra. Tras un destello, se apresura hacia el Bañuelo, recogido en su rincón, sin aspavientos, pero el estallido del polvorín situado en la Iglesia de San Pedro la detiene y corre rápido a refugiarse en el Museo Arqueológico, tristemente desconocido.Y despierta, y nos mira, y nos envidia.
Nos envidia a los que hemos entrado, por la noche, amparados por la suave luz de los desamparados, la luz que nunca prende, que nunca deslumbra, que siempre llora. A los que hemos comenzado nuestro peregrinaje por esa calle estrecha y empedrada, a contracorriente del río, como siempre tiene que ser, y nos hemos ido abandonando puente tras puente, contemplando los sueños que nunca se cumplen; los que hemos respirado profundamente y hemos sido arrastrados al Paseo de los Tristes, bajo la Alhambra iluminada, al pie del Albayzín, en la frontera del Sacromonte, y nos perdimos para siempre.
PAUL BITTERNUT
La luna se sonroja y desvía la vista hacia la Carrera del Darro temerosa de haber sido descubierta al descifrar, en una de las esquinas, escondido, al Rey Chico rasgando el paisaje, al pie de la Cuesta de los Chinos, bajo bellos cármenes aún no mancillados.Y allí está, estrecha y empedrada, la Carrera del Darro o, como antes se conocía, Carrera de la Puerta de Guadix. Encamina sus pasos lentamente, nostálgica por el abandono de uno de los nombres más preciosos que hay, como se conoce el Paseo Padre Manjón, Paseo de los Tristes, donde se refugian los que no supimos llegar a ningún sitio.Avanza lentamente tras el sonido ya casi apagado de las chirimías y ministriles, del trotar de los caballos, del bullicio provocado por los toros, por las cañas y sortijas. Pronto se encuentra imbuida por las casas señoriales, por los conventos, como el de Zafra. Tras un destello, se apresura hacia el Bañuelo, recogido en su rincón, sin aspavientos, pero el estallido del polvorín situado en la Iglesia de San Pedro la detiene y corre rápido a refugiarse en el Museo Arqueológico, tristemente desconocido.Y despierta, y nos mira, y nos envidia.
Nos envidia a los que hemos entrado, por la noche, amparados por la suave luz de los desamparados, la luz que nunca prende, que nunca deslumbra, que siempre llora. A los que hemos comenzado nuestro peregrinaje por esa calle estrecha y empedrada, a contracorriente del río, como siempre tiene que ser, y nos hemos ido abandonando puente tras puente, contemplando los sueños que nunca se cumplen; los que hemos respirado profundamente y hemos sido arrastrados al Paseo de los Tristes, bajo la Alhambra iluminada, al pie del Albayzín, en la frontera del Sacromonte, y nos perdimos para siempre.
PAUL BITTERNUT
martes, 20 de febrero de 2007
VERDADES
"Las mentiras dicen más de una persona que las verdades, éstas te dicen lo que ella quiere ser"
"Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver"
"Un vaso medio vacío, es también uno medio lleno, pero una mentira a medias, de ningún modo es una media verdad"
"Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti"
lunes, 19 de febrero de 2007
SORPRESAS...
Este fin de semana he descubierto que aun hoy conservo intacta mi capacidad para sorprenderme...
Con la edad, llega un momento en que crees que ya lo has visto todo, y que nada de lo que haga o diga la gente puede sorprenderte o extrañarte, yo lo pensé de mí misma hace algún tiempo, pero el sábado alguien me demostró que estaba muy equivocada!
He llegado a la conclusión de que por más que se crezca, por más cosas que se vivan y por mayores que nos hagamos, nunca deja de haber gente a la que creemos conocer y que un día sin saber ni cómo ni por qué hace algo que hasta el momento era impensable en ellos.
Intentaré aprender a vivir con la incertidumbre de no saber qué me deparan las personas que me rodean...
Con la edad, llega un momento en que crees que ya lo has visto todo, y que nada de lo que haga o diga la gente puede sorprenderte o extrañarte, yo lo pensé de mí misma hace algún tiempo, pero el sábado alguien me demostró que estaba muy equivocada!
He llegado a la conclusión de que por más que se crezca, por más cosas que se vivan y por mayores que nos hagamos, nunca deja de haber gente a la que creemos conocer y que un día sin saber ni cómo ni por qué hace algo que hasta el momento era impensable en ellos.
Intentaré aprender a vivir con la incertidumbre de no saber qué me deparan las personas que me rodean...
jueves, 15 de febrero de 2007
¿Quien no ha pensado alguna vez en el puente de los suspiros al oír hablar de Venecia?¿y quien no ha imaginado a dos amantes suspirando al oír hablar de es puente...?
La primera vez que escuche el significado real de ese nombre me quedé tan sorprendida que nunca más volví a pensar en él de la misma forma...
Cómo alguien iba a imaginar que el puente de los suspiros, o Ponti dei sospiri, como lo llaman allí, debe su nombre a los suspiros de tristeza que dejaban escapar los reos condenados al pasar del Palacio Ducal a la prisión...Se decía que esos suspiros no se debían tanto al hecho de ser condenados, como a la desgracia de no volver a ver la luz del sol reflejarse sobre las aguas del gran canal...
La primera vez que escuche el significado real de ese nombre me quedé tan sorprendida que nunca más volví a pensar en él de la misma forma...
Cómo alguien iba a imaginar que el puente de los suspiros, o Ponti dei sospiri, como lo llaman allí, debe su nombre a los suspiros de tristeza que dejaban escapar los reos condenados al pasar del Palacio Ducal a la prisión...Se decía que esos suspiros no se debían tanto al hecho de ser condenados, como a la desgracia de no volver a ver la luz del sol reflejarse sobre las aguas del gran canal...
miércoles, 14 de febrero de 2007
SAN VALENTIN
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